¿Cómo te definirías como artista y como persona? ¿Lo separas o es algo que va siempre unido? Yo creo que va unido, es decir, un artista debe ser uno mismo ante todo y ser sincero, de otra manera el trabajo no tendría ninguna validez. En mi caso, desde luego, va completamente unido: soy mi trabajo y mi trabajo soy yo. Se complementan y se nutren uno con el otro.
¿Qué significa para ti ser Classic? ¿Y cómo haces tuya la rebeldía propia del mundo del graffiti? Pues, nunca pinté graffiti por ser rebelde, simplemente por una cuestión de posibilidad. Se podía pintar y era gratis, entonces, ¿por qué no? (risas). Ser classic es una cuestión que me acompaña. El graffiti tiene una esencia muy definida y, en verdad, da poco lugar a la experimentación. Yo lo veo como el Monopoly: hay reglas muy claras y el juego consiste básicamente en pintar lo que más puedas. Cuanto más abarques mejor: más ciudades, más países, más continentes. Incluso, cuando creas, eseo debe partir primero de lo classic; todo se retroalimenta.